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La toxoplasmosis es una infección parásita ampliamente extendida que, cuando es contraída por una mujer embarazada, puede poner en peligro la salud de la criatura.

Generalmente, los fetos que resultan infectados con toxoplasmosis durante el embarazo nacen prematuros.

Con frecuencia, no hay signos de infección en el bebé al nacer. Sin embargo, si no reciben tratamiento, casi todos desarrollan problemas, como daño ocular a raíz de la inflamación de la retina u otras partes del ojo, problemas en la piel, en los oídos y daño al cerebro y al sistema nervioso (convulsiones y retardo mental).

¿Cómo se contagia?

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La toxoplasmosis no se puede transmitir de persona a persona, salvo en el caso de la transmisión de madre a hijo durante el embarazo o a través de una transfusión de sangre infectada.

Los expertos creen que alrededor del 50 por ciento de las infecciones de toxoplasmosis se producen por comer carnes y vegetales infectados crudos o poco cocidos. No obstante, el parásito también se puede contraer de otras formas, como comer frutas contaminadas, beber agua contaminada, tocar tierra contaminada de un gato que esté infectado y después tocarse la boca, la nariz o los ojos.

Los gatos son una fuente importante y refugio natural de toxoplasmosis, que se reproduce en sus intestinos, por lo que hay que tomar ciertas precauciones si tiene uno en casa.

¿Cómo evitarla?

Para no adquirir el parasito es preferible no consumir frutas, verduras, embutidos y jamón serrano que no hayan sido bien cocidos, Dado que el toxoplasma se muere a altas temperaturas de cocción, es imprescindible cocer los alimentos a temperatura de más de 65 grados, especialmente alimentos fritos, además, no tomar leche, ni huevos crudos.

Lavarse las manos antes y después de toda manipulación de alimentos, procurar no tocarse los ojos, la nariz o la boca con las manos sucias. No estar en contacto con los gatos ni limpiar sus excrementos.

Por: Fuente externa