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Todos queremos que nuestros hijos tengan un gran desempeño en cualquier actividad que se dispongan a hacer. Sumado a esto, debemos admitir que el rendimiento académico se ha convertido en un medidor que dicta el nivel de compromiso, creatividad, inteligencia, y el potencial del éxito que tendrá un joven en su futuro. Algo así como una bola de cristal que nos da una mirada hacia el futuro.

Esta creencia alimenta que los padres salten de inmediato a la acción para resolver este dilema, con mucha frecuencia, asumiendo que saben la razón detrás del bajo rendimiento. Antes de accionar, no obstante, debemos entender el problema a fondo.

No quiero darte una guía de acción con una serie de pasos rígidos y esperar que cada padre/madre/adolescente encaje en ese perfil. En ese approach está demostrado no funciona a la larga. Más bien quiero abundar en las razones que están detrás del bajo rendimiento y despertar tu creatividad para que puedas encontrar tu método de acción.

Según Mihaly Csikszentmihalyi – en su teoría de Desempeño Óptimo, FLOW –, el bajo rendimiento se debe a una de dos razones: por aburrimiento o por ansiedad/estrés.

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El aburrimiento se debe a que el estudiante se considera mejor que la actividad que hace y ya no encuentra ningún tipo de novedad en ella. Luego de mucho éxito, es el momento que más nos relajamos y somos más vulnerables a tener nuestro próximo fracaso.

Pero siendo realista, y conociendo el sílabo actual que enfrentan nuestros hijos, mis apuestas están en que la razón más común es la segunda: ansiedad/estrés.

Esto ocurre cuando el estudiante no se siente capaz de llevar a cabo las actividades que son requeridas de él/ella. Las razones que los llevan ahí son variadas: perfeccionismo, carga de trabajo excesivo, o simplemente falta de conocimiento o capacidad.

Al final, nuestro trabajo debe enfocarse en 3 áreas para contrarrestar esto:

1. Conectar el tema de estudio con nuestra pasión.

2. Identificar objetivos y su prioridad.

3. Hacer el aprendizaje divertido.

Cada persona es un mundo y las razones que nos mueven a la acción son totalmente intrínsecas. Cuando un tema conecta con nuestra pasión interna tenemos garantizado que encontraremos la forma de estudiarlo, entenderlo y trabajarlo con esfuerzo y dedicación.

Les pido de corazón que no recurran al castigo externo. Podrá funcionar a corto, incluso mediano plazo para subir las notas, pero no logrará despertar la mente de nuestros hijos.

Recuerdo cuando estudiaba Mecánica en la universidad y no entendía nada. El profesor nos invitó a hacer un trabajo que conecte la materia con alguna pasión nuestra. Yo elegí estudiar las artes marciales (Judo) a través de la mecánica. Este trabajo despertó en mí un interés que antes no veía. Entendí la ciencia que ocurre detrás de cada lance, el por qué y cómo funciona el Judo. Como resultado, mi rendimiento mejoró substancialmente.

Conversemos con nuestros hijos y conéctenos con su pasión. El mejor legado que podemos dejarle a ellos es la pasión por el aprendizaje.

Escrito por: Jorge Risk/ Coach de intervención Estratégica

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