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Nuestras nanas son aquellas mujeres a las que confiamos el cuidado físico y emocional de nuestros hijos. Respecto a ellas, ¿Recuerda usted haber mencionado la frase “no llegó la nana?… Y justo hoy… ¡otra vez!”, o “tengo que explicarle lo mismo una y mil veces” o “¿sabes? No confío en ella, me da miedo salir y dejar a los niños solos con ella”, “ella es buenísima, pero llega tarde y a menudo me queda mal”. 

Si al menos una de las frases anteriores es cierta y ha ocurrido más de una vez, entonces ¡preocúpese! pues seguramente la volverá a escuchar…. Por esto, es muy importante y oportuno preguntarse si su nana es una verdadera aliada para sus intereses. Si la respuesta es “si” ¡bingo! Si la respuesta es “no”, entonces, qué hacer para lograr que así sea? Lo primero es, sin duda, revisar si ella es retribuida con un salario acorde al mercado y que éste además satisface sus expectativas.

¿Esta tu nana preparada para una emergencia?

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Lo segundo, saber si ella se siente bien tratada, principalmente por usted. Esto implica que el espacio personal asignado tenga condiciones dignas (cama, temperatura y entretención), establecer horarios de trabajo adecuados y tiempo de descanso. Sin olvidar lo anterior, si usted es capaz de crear un espacio en que ella exprese y cuente cómo avanza el trabajo con sus hijos y que además ella tenga la oportunidad de dar ideas y opiniones para un mejor resultado entonces usted habrá encontrado una gran aliada que aportará lo mejor de sí en beneficio de sus hijos. 

Por: Larissa Isa González
Directora Top Nanas

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