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La vida esta llena de peligros y experiencias que pueden causarles a nuestros hijos heridas emocionales y traumas. Sin duda, también existen otras situaciones que lejos de hacerles un daño irreparable ayudan a forjarles el carácter. Estas experiencias son vitales para que nuestros hijos puedan crear las herramientas que proporcionan una relación saludable con el mundo que les rodea.

De repente nos sorprendemos nosotros mismos llevándoles a nuestros hijos las mochilas, y los cuadernos y en ocasiones resolviéndoles una cantidad de situaciones que ellos pueden perfectamente hacer por sí mismos. Es nuestro instinto paterno de protección y de proveer. Pero si no estamos alerta, podemos llegar hasta los extremos de cohibir a nuestros hijos de las experiencias vitales que forjan su carácter.

He estado allí, he visto la cara triste de mi hijo cuando un compañero no quiere jugar con él. Pero, ¿realmente lo estaría ayudando si intervengo para solucionar todos sus problemas? Se que las experiencias ayudan a nuestros hijos a crecer, madurar y comprender a los demás.

Entonces, ¿Cómo sabemos cuando debemos de intervenir en las experiencias de nuestros hijos y cuando debemos permitir que sean ellos los autores de sus acciones? Antes de tomar la decisión vamos hacernos estas dos preguntas:

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• ¿Se encuentran nuestros hijos dentro de una situación verdaderamente peligrosa?
• ¿Tendrá un efecto caótico, irreparable o dañino, la manera en que nuestros hijos respondan ante dicha situación? Si respondemos NO a las preguntas anteriores entonces es aconsejable no intervenir y así permitimos que esta situación le pueda servir como una experiencia de formación.

Dejemos que aprendan de ella.

Por: Liza Rivas, M. Ed., M.Psic.
Magíster en Psicología Clínica Infantil, y en Educación
Parent Coach | rivasliza@hotmail.com