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El desarrollo del cerebro se haya fuertemente influenciado por la experiencia en la etapa prenatal y los primeros cinco años de vida, algunas de las vías sensoriales como la visión, la audición y el tacto, tienen un período crítico para su desarrollo normal en la vida temprana.

Al nacer, el cerebro todavía tiene que desarrollarse. La parte central del cerebro, aquella que controla las funciones vitales y los reflejos, está más desarrollada pero la parte que nos permite tener funciones y pensamientos más complejos, es decir, la región exterior del cerebro, todavía tiene mucho camino por delante.

Cientos de estudios neurológicos y psicológicos han confirmado a través de los años, que el cerebro constituye la base para las emociones, el comportamiento, el aprendizaje y su correcto desarrollo. Basado en la experiencia de los primeros años, puede establecer trayectorias para la salud física y mental, el aprendizaje y el comportamiento a lo largo del curso de la vida.

Está comprobado que el aprendizaje de un niño y el desarrollo de su cerebro no empiezan en la etapa escolar como muchos creen, los fundamentos del aprendizaje se desarrollan mucho antes de que el niño comience a la escuela.

La conexión entre neuronas se hace a través de un proceso llamado sinapsis. Estas se desarrollan más intensamente cuando el pequeño tiene ciertas experiencias que deben repetirse frecuentemente para fortalecerse, de lo contrario se irán perdiendo.

Las experiencias emocionales diarias y positivas ayudan a determinar el modo en que las células cerebrales se conectarán entre sí. Si el niño no tiene cierto tipo de experiencias, como un correcto entorno emocional, padres que le muestren cariño, cuidado a su persona, algunas áreas del cerebro no realizarán las conexiones necesarias.

El vínculo materno entre 1 y 5 años condiciona también la habilidad en el aprendizaje infantil. Los niños con firmes lazos emocionales son más aptos para el aprendizaje.

Los traumas, como el abuso a temprana edad y la falta de atención y cuidado emocional pueden causar un lento desarrollo del cerebro, trayendo como consecuencia dificultad del aprendizaje y problemas de autoestima, una vez se es adulto.

Por: Kathia M. Jonhas
Psicóloga Clínica