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Estas tres palabras unidas nos llevan a gastar hasta lo que no hemos recibido (consumismo). Por separado nos pueden ayudar a tomar el control de nuestras finanzas: Con su mismo auto, con su mismo pantalón… En época de dificultades financieras es el momento de aprovechar la excusa perfecta para dejar el consumismo.

Consumir activa la economía. El ahorro y la inversión la hacen fuerte. ¿Qué prefiere?

A la economía del momento le conviene que los ciudadanos gasten lo que han recibido y lo que en algún momento recibirán. Mientras más consuman los ciudadanos, más dinero se mueve en el país. Esto entrega muy buenos indicios de que la nación está bien… El futuro algún día llegará.

Los países que incentivan el ahorro miden la atmósfera con otros índices. Aunque la diferencia de comportamiento sólo se nota en el futuro. Los consumistas necesitan una bola de nieve que no llegue a la falda de la montaña, mientras que los que ahorran pasan los malos ratos y se levantan con rapidez.

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La economía del hogar no es diferente. Gastarlo todo y tomar préstamos nos ayuda a aparentar una gran vida. Si perdemos parte de los ingresos, nuestra calidad de vida desmejora de inmediato y los préstamos comienzan a comerse los activos. El que ahorra e invierte tiene un fondo de emergencias y si pierde ingresos sólo pierde el efectivo. Si es astuto reduce su ritmo de vida para que sus ahorros no desaparezcan con velocidad. Si la crisis financiera del hogar dura mucho es que los activos son afectados.

Las crisis generales no afectan a todo el mundo. La realidad es que afecta a una minoría y a los gobernantes. Los empleados sólo tiemblan, pero en su mayoría no ven reducidos sus ingresos.

Como en crisis se pide prudencia, nadie nos criticará si no mostramos opulencia. Comprar cosas nuevas para aparentar no es necesario. Todos verán que estamos siendo prudentes y no nos dirán tacaños por reducir nuestra superabundancia.

Aprovechamos el momento para crear una cultura de abundancia futura. Tomamos una parte de lo recibido, lo guardamos y luego lo invertimos.

Después del tiempo de crisis (que en muchos países como que nunca acaba) tendremos una nueva costumbre: No gastar todo lo que recibimos. Aprovechemos la crisis para algo bueno.

Por: Diego A. Sosa. Consultor, Coach, Conferencista y Escritor