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El crecimiento personal es un aspecto clave en la vida de la familia, sobre todo en una sociedad tan competitiva donde el “crecer” se asocia con el “tener”. La sociedad presiona y pone expectativas a la familia relacionadas con lo que consumen, el lugar donde viven, el tipo de casa en que viven, la marca de ropa que usan, los dispositivos técnicos de los que disponen. Uno de los grandes retos como familia es contrarrestar esto, no dejarse presionar ni entrar en este peligroso juego del consumismo. 

Contrario a ese comportamiento, está la gran necesidad del desarrollo personal, el cual se logra creciendo en dos aspectos claves: aptitudes y actitudes. El primero consiste en el manejo de la información como familia, el aprendizaje continuo de cada uno de los miembros dentro del aspecto académico y profesional, indagar sobre temas que impactan a adultos y jóvenes, padres e hijos, esposos y esposas. El segundo es el revisar constantemente cual es nuestra actitud frente a los diferentes retos de la vida, pues en muchas ocasiones encontramos personas altamente calificadas en lo académico y la información, pero sin ningún deseo de seguir adelante y aportar valor en relación a su calidad de vida interior.

¿Cómo actúan nuestros hijos frente a los cambios inesperados y qué les transmitimos nosotros? ¿Qué mentalidad hay en la familia en relación a los momentos de triunfo o fracaso? ¿Cómo reaccionamos cuando hay abundancia y cuando hay escasez? ¿Qué sentimientos hay en cada miembro de la familia cuando no se puede tener algo material en el momento en que hubieran deseado adquirirlo? ¿En la familia hay agradecimiento o hay frustración?

La respuesta a estas preguntas puede servirles como guía para conocer el estado actual del corazón de la familia ante las diversas circunstancias que le toca vivir y usarlo como un termómetro para saber qué ajustes hay que hacer, cuáles actitudes deben mejorar y qué oportunidades debemos trabajar.

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Es fácil señalar y juzgar lo que hacen o dejan de hacer nuestros hijos, pero muy posiblemente su actitud sea un retrato de lo que ven en nosotros los padres. Recordarles con nuestro ejemplo y palabras a los chicos que “no somos lo que parecemos o lo que poseemos, sino que somos lo que llevamos por dentro”. Y mientras más nos desarrollemos y crezcamos interiormente, más y más profundas serán las huellas que dejemos en nuestra vida y entorno.

Por: Ricardo Cañas
Especialista en Motivación

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