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¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? Amós 3:5

Cuando leemos este título, muchos de nosotros estaremos pensando en las redes sociales, aquellas que nos conectan de forma extraordinaria con el resto del mundo y a la vez pueden producir cierto nivel de cautividad a aquellos que no se manejen con sabiduría y prudencia con las mismas.

El matrimonio por su lado ha sido, en ocasiones, víctima de este tipo de redes, pero en esta ocasión quiero más bien que pongamos la mirada en algunos elementos que nos pueden convertir en un matrimonio o relación atrapado en una red de la cual no podemos escapar:

a) No estar al día. Cada profesional que quiere alcanzar y disfrutar del éxito en su campo, procura mantenerse actualizado, para así realizar los ajustes necesarios y ser siempre la mejor opción. Es curioso, pero en el proyecto más importante en nuestras vidas (el matrimonio) no tenemos la misma actitud; cuando debemos procurar cada vez conocer el estado de nuestra pareja, sus emociones, sus sueños, sus temores; es decir, aquellas cosas que se puedan convertir en necesidades reales y que solo nosotros estamos llamados a satisfacerlas. Esto provoca que la pareja entre en un estado de desaliento y frustración que puede conducir al colapso de la relación.

b) Cuando alteramos las prioridades. Los afanes de cada día, sumados al desenfoque y la tendencia de ocuparnos de lo urgente antes de lo importante, llevan a la relación a un segundo plano y justificamos que lo hacemos por el bienestar a largo plazo del matrimonio. Pero el tema es que por aquello que se convierte en nuestra prioridad, al final nos encontramos con una excelente casa, empleo, empresa, ingreso etc., pero solos, porque descuidamos a nuestra pareja y la llevamos a sentirse desplazada y sin valor.

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Cualquiera de estos dos elementos como otros tantos puede llevar nuestra relación a estar atrapada en una red de la cual se nos hace casi imposible escapar. No permitamos que nuestra relación se convierta en una estadística más de los que han caído atrapados en una red.

Por: Javier Valdez, Pastor, Consejero Familiar y de Pareja